PRÓLOGO
Hugo Mujica: Hacia el encuentro del ser en la Belleza y la
Verdad
I
Cuando uno se sumerge en la poética de Hugo Mujica, no deja de sorprenderse y de quedar en el lugar de la
belleza y el asombro. Y esto se debe a que estamos ante la obra del poeta
argentino más interesante, profundo e insólito que ha logrado desarrollar una
escritura propia, en soledad, para así trascender el propio origen. Y esto se
debe, tal vez, a que su propia vida fue un camino de aprendizaje constante e
increíble.
Nació en Buenos Aires, en 1942 y estudió Bellas Artes, Antropología filosófica,
Filosofía y teología. Después de trabajar desde temprana edad como obrero en
una fábrica de vidrio, a los diecinueve años partió a Estados Unidos,
estableciéndose en New York, donde se vinculó con jóvenes artistas plásticos
norteamericanos, participó de movimientos pacifistas y experimentó con
drogas, trabajando con T. Leary
en sus investigaciones sobre el proceso creador y el LSD. Hacia finales de los ‘60, conoció a Allen Ginsberg, quien
lo introdujo al gurú Swami Satchidananda con quien vivió un tiempo en una
granja con otros discípulos. En un viaje que realizó con Satchidananda, conoció la vida monástica de la orden Trapense,
donde se quedó viviendo como monje bajo voto de silencio durante siete años.
Allí conoció también a Thomas Merton
y comienza a escribir poesía.
Su obra
poética, iniciada en 1983, ha sido editada en Argentina, Costa Rica, Chile,
Colombia, Ecuador, España, México, Venezuela, Uruguay y traducida en Brasil,
Italia, Francia, Estados Unidos, Eslovenia, Bulgaria y Grecia. En 2013 editorial
Vaso Roto, México-España, publica Poesía completa 1983-2011 y también en
2013 se editó su último libro de poesía: Cuando
todo calla en Visor, por el que
recibió el XIII Premio Casa de América
de Poesía Americana.
Entre
sus principales libros de ensayos se cuentan Kyrie Eleison (1991), Kénosis
(1992), La palabra inicial
(1995), Flecha en la niebla (1997), Poéticas del vacío (2002), Lo naciente. Pensando el acto creador
(2007), La casa y otros ensayos
(2008) La pasión según Georg Trakl
(2009) y El saber del no saberse (2014). En
narrativa publicó hasta la fecha los libros de cuentos Solemne y mesurado (1990) y Bajo
toda la lluvia del mundo (2008).
II
Como quien realiza
un ritual de iniciación, Hugo Mujica publica su primer libro en 1983,
pero sabemos que se trata de una fecha convencional y que testimonia así su
ingreso al mundo de la literatura. Porque este camino comenzó mucho antes,
cuando las palabras aun no eran imprescindibles para expresar –desde su visión–
lo que quería decir. Antes fue el espacio de la pintura, las experiencias de
vida, su vocación, la búsqueda incesante de un lenguaje fundamental.
Alejado
de las corrientes estéticas que rigen el panorama literario, construye una obra
absolutamente personal. Bajo el predominio del poema breve, íntimo y musical,
profundamente lírico, nos deja vislumbrar su universo: un espacio donde la
soledad y el silencio predominan en el lugar poético y donde la realidad podrá
ser definida a partir de la contemplación. Pero esta contemplación no es
estática, ni pretende sólo describir un instante o compartir una reflexión. Aspira
a transmitir la inquietud de ese instante de revelación, para que el otro –necesario lector real– reflexione, espeje y haga suyo ese momento,
como si fuera un sistema de autoindagación, para que desde allí, desde ese
conocimiento, llegar a “lo naciente” y así “abrirse” creativamente, vivir
creativamente dejándose crear.
Desde
lo formal, la poesía de Hugo Mujica
es un poema único que va desarrollándose a lo largo del tiempo, donde esa
continuidad revela la evolución de su voz, hasta llegar al punto más alto de su
poética en Lo naciente. Pensando el acto
creador (Pre-Textos, 2007), libro que combina el ensayo con la poesía, en
sus justas medidas.
Su obra conversa
con las distintas artes – la literatura, la música, la filosofía, la pintura.
Desde Heidegger a Georg Trakl, desde Meister Eckhart a Edmond Jabès, desde una
sonata hasta la disposición plástica de sus versos, la poiesis lo invade todo porque para Mujica poesía es todo. Y la búsqueda por abarcar esa
totalidad siempre resulta insuficiente. Como consecuencia, la palabra es torpe
a la hora de nombrar aquellas cosas por las cuales vivimos y es necesario torcer el lenguaje para encontrar un
nuevo significado a lo que es. Entonces la existencia, tal vez, sea una
transición del cuerpo carnal hacia su verdadera esencia, una transformación
hacia el cuerpo poético como
finalidad. El asombro y la conciencia del vivir, aparecen en el momento de la
contemplación de lo que existe, y produce conmoción. Ésta se expresa de manera
indirecta, a partir de elementos que la aluden: perros, pájaros, el viento y la
lluvia, el ser ante la contemplación de la naturaleza y su sentir.
El
carácter universal de esta poesía surge de la despersonalización. Si bien el yo poético está siempre presente, los
objetos tratados representan a todos en general. Por esta razón, en su poesía,
nos hablará de “los hombres” y no de “un hombre” como así también nos hablará
de “la lluvia” para referirse a todas las lluvias del mundo. Y en esta
intencionada manera de universalización, podemos observar las diferentes formas
de aludir al pensamiento occidental y oriental. El común denominador de estas
variadas líneas de pensamiento es que logran un doble movimiento desde el
momento de su expresión: surgen del interior
del ser hacia el exterior, donde todos compartimos y leemos, para volver a
esa interioridad y multiplicarse en la interioridad de los otros. Así, el poema
es deseo que surge del mundo, para trascenderlo y regresar a él.
Un
rasgo distintivo de su poesía es la brevedad, al límite del aforismo. Otros textos
tienen mayor desarrollo o alcanzan la forma de poema en prosa. De cualquiera de ellos podemos extraer un verso y
así repetirlo como un mantra. Porque
en este universo poético, su poesía bordea la filosofía y la plegaria. Así, Mujica le devuelve al poema su
condición original.
Poesía con
sentimiento, poesía de reflexión, poesía que rescata el origen sagrado de su
esencia y actualiza aquello que creíamos olvidado. En un momento histórico
donde las palabras desbordan su propio cauce, Hugo Mujica nos propone el instante del silencio, contrapone
interioridad al exceso de exteriorización, reflexionando sobre la realidad en
la cual estamos sumergidos y que de otra forma no estaríamos dispuestos a
realizar o aceptar.
Nos anuncia, de
manera brillante y original, que la poesía es para todos, que no pertenece a
nadie. Nos ofrece, desde su obra, aquello que no podemos encontrar en otro
espacio:
Un poco de
belleza, el placer estético que acompaña a la vida.
Un poco de bondad,
la generosidad de su pensamiento abierto al mundo.
Su poesía de
verdad.
Enrique Solinas
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